Comentario
El pan era la base de la alimentación, y se hacía fundamentalmente de trigo y, en menor medida, de cebada. La carne era también un alimento básico, siendo las más usadas las de vaca, carnero o caza. La higiene y sanidad de las piezas eran controladas por las autoridades municipales, quienes también velaban por el abastecimiento de la población. La carne se solía guisar, aderezándola con muchas especias y condimentos. El pescado se consumía de manera cotidiana en las áreas de litoral, siendo menor en las demás. Su consumo se incrementaba en tiempo de Cuaresma, siendo preparado sobre todo en salazón, para facilitar su conserva. Las verduras apenas eran consumidas, mientras que la fruta quedaba como plato de entremés.
Normalmente sólo se hacía una comida al día. Los más pudientes la hacían formar de uno o dos platos de carne, que en Cuaresma se sustituían por pescado y huevos, mientras que los que tenían menos posibles comían pan y algo de carne. Los pobres debían contentarse con ingerir los alimentos menos apreciados y, por ello, más adecuados a sus escasas posibilidades económicas: legumbres, hortalizas, queso y aceitunas. Uno de los más populares platos era la "olla podrida", un cocido a base de carne de cerdo en abundancia.
Lo normal era que los criados y sirvientes, muy numerosos en una época en la que el prestigio se mide por la apariencia y en una cultura que desprecia el trabajo manual, comieran fuera de la casa de los señores, haciéndolo en la propia o bien en establecimientos callejeros o bodegones. Un tipo especial de sirvientes, los "paniaguados", comían en casa de los señores, pues así se había estipulado al ser contratados.
Las comidas se hacían acompañar, cuando era posible, de un buen trago de vino, lo que servía además de complemento para la escasa dieta. El vino estaba presente en los desayunos, la comida y la cena, e incluso en ocasiones la ingestión de vino a dos de las comidas. El vino corría con fruición y era un producto muy consumido; sin embargo, afamarse como borracho estaba mal visto y era considerado un insulto y un motivo de desprestigio. También el vino conoce de clases sociales, y así se diferencian dos tipos: el caro o precioso y el barato u ordinario. Ambos vinos no podían ser vendidos simultáneamente en la misma taberna, y en aquellos establecimientos que vendían el vino caro lo normal es que se vendiese aguado, para provecho del tabernero. En las tabernas, además, no se comía, y los parroquianos se limitaban a beber sentados en bancos o sillas.
Eran muy consumidas las bebidas refrescantes, en especial a partir del siglo XVII cuando se impone la moda de la nieve. El hielo tiene tanta aceptación que a finales de siglo todo o casi todo se consume helado, incluso el caldo. La nieve se fabricaba en las montañas y se acarreaba hasta las ciudades a lomos de caballería, guardándose para su conservación en pozos de nieve.
Sin embargo, la bebida española por excelencia fue, a partir de su llegada de tierras americanas, el chocolate, que se consumía espeso y acompañado de tortas o bizcochos.